La erección matutina, según los expertos, se
describe como la expiración de una serie de hercúleas erecciones nocturnas. En promedio, un hombre sano, puede tener entre tres y cinco
erecciones en una noche de sueño, durando cada una de éstas entre 20-30
minutos. Yo tengo 150 erecciones, por lo que debo estar hecho un toro.
Es un mito común creer que el endurecimiento matutino del pene es causado por evitar orinarse en la cama. Por experiencia, puedo afirmar que esta hipótesis es un solemne embuste. Lamentablemente yo, con canas en el vello testicular, todavía me orino en la cama y me levanto empalmado como un mamut en celo.
A pesar de que la causa exacta de la erección matutina es desconocida, se sabe que se encuentra estrechamente relacionada con el sueño REM, ( no confundir con el decrépito grupo musical), período del dormir acompañado de intensos e interesantes cambios: movimientos rápidos y astutos de los globos oculares, aumento de la frecuencia cardíaca y respiratoria, vivencias orgásmicas y erecciones que tienen características especiales en calidad y en frecuencia de aparición de acuerdo con la edad y la salud del individuo.
Es un mito común creer que el endurecimiento matutino del pene es causado por evitar orinarse en la cama. Por experiencia, puedo afirmar que esta hipótesis es un solemne embuste. Lamentablemente yo, con canas en el vello testicular, todavía me orino en la cama y me levanto empalmado como un mamut en celo.
A pesar de que la causa exacta de la erección matutina es desconocida, se sabe que se encuentra estrechamente relacionada con el sueño REM, ( no confundir con el decrépito grupo musical), período del dormir acompañado de intensos e interesantes cambios: movimientos rápidos y astutos de los globos oculares, aumento de la frecuencia cardíaca y respiratoria, vivencias orgásmicas y erecciones que tienen características especiales en calidad y en frecuencia de aparición de acuerdo con la edad y la salud del individuo.
Muchas son las teorías sobre este apasionante fenómeno, y algunas rozan la
fantasía sideral; que si es porque uno se ha pasado la noche teniendo sueños
eróticos, que si es porque se sufre algún desorden psicosexual, o por una accidental sobredosis de Viagra.
Recientes investigaciones de la erección matinal no han
encontrado diferencia alguna entre las erecciones matutinas de hombres adultos
con las de los hombres jóvenes.
Otras investigaciones, aún más novedosas, han mostrado un declive gradual en la presencia de erecciones matutinas. Algunas muestran un decaimiento en cuanto a la rigidez y el tiempo de la erección, pero no en la frecuencia de erecciones.
Una de las razones por las cuales el tema de la erección matutina ha atraído a los investigadores es por la relación de ésta con la disfunción eréctil, siendo entonces una herramienta que podría guiar a distinguir la causa física de la disfunción eréctil. En cualquier caso, no se han hallado todavía los motivos de este fenómeno varonil.
Otras investigaciones, aún más novedosas, han mostrado un declive gradual en la presencia de erecciones matutinas. Algunas muestran un decaimiento en cuanto a la rigidez y el tiempo de la erección, pero no en la frecuencia de erecciones.
Una de las razones por las cuales el tema de la erección matutina ha atraído a los investigadores es por la relación de ésta con la disfunción eréctil, siendo entonces una herramienta que podría guiar a distinguir la causa física de la disfunción eréctil. En cualquier caso, no se han hallado todavía los motivos de este fenómeno varonil.
Aturdido al no encontrar explicación a dicha carnosa rigidez, decido preguntárselo a mi pene:
- Buenos días, pequeño bastardo!- susurro mirando fijamente mi pubis mientras me
levanto de la cama estirando los brazos.
- Ya era hora, mamarracho!. ¡Vamos, espabila, tienes que ir
a trabajar!- me grita visiblemente enojado mi pene. Pese a sus liliputienses dimensiones, su voz es recia y varonil.
- ¡No me lo recuerdes, cabronazo!-le contesto en un tono un
tanto desesperado.
- ¡Venga, levanta miserable mamón!- exclama mi falo tieso
como una estaca.
- ¡Cállate!- le grito tirándole la almohada. No puedo
evitar vociferar, incorporarme y darle una brutal colleja, haciendo saltar las
costras que colonizan el glande.
- ¿Por qué me puteas cada mañana, miserable trozo de carne?- le pregunto contrariado.
- ¿Por qué me puteas cada mañana, miserable trozo de carne?- le pregunto contrariado.
Él esboza un leve sonrisa y me contesta: -Lo tienes
merecido, maldito perturbado. Por hacerme vomitar tres veces al día con las jodidas duricias de la palma de tu mano izquierda!!!-.
-¡Ja Ja! ¡Te has sonrojado!- añade burlescamente mirándome a la cara.
-¡Ja Ja! ¡Te has sonrojado!- añade burlescamente mirándome a la cara.
- Que te calles!!!- exclamo mirando
hacia otro lado, notando cierto ardor en mis mejillas.
- Por no hablar de los cachetes que me das varias veces
cuando meas. O cuando me encierras en ese amasijo de tela fermentada,
tal nido de golondrina, que me ocasiona cefaleas constantes. Y aquella gonorrea
que me regalaste en aquel antro de lujuria y anonimato - reprocha el
jodido apéndice fálico .
- Cállate!!. No quiero escucharte!!. Te voy a cortar la
cabeza!!!- advierto a mi glande.
- Y te seguiré puteando. Cuando te pongas unos pantalones
de lycra, cuando vayas al urólogo o en la ducha del gimnasio. Me tendrás ahí,
formando un perfecto ángulo de 20º en dirección al cielo- añade en tono
burlesco.
Intento, en vano, pensar en pus amarilla saliendo del
ojo de un perro muerto, sintiéndola, saboreándola, oliéndola, a fin de mitigar
la tensión de mi pértiga.
- ¿Qué machote, no hay pensamiento que me
deshinche, eh gilipollas?- exclama mi miembro intentando desconcertarme.
El sudor se apodera de mi seboso cuerpo.
Penetro mi recto con un cactus apaisado, tratando de aminorar
mi pavor frente a la humillación eterna que se avecina. Me doy cuenta que
la erección se vuelve blanda, flácida, mezquina.
Miro con sorpresa cómo mi pene se va miniaturizando y le
entra un estado de pánico escénico máximo. Sin duda aquello no le gusta.
Procedo a realizar movimientos circulares con la jodida planta espinosa,
comprobando como la voz de mi falo se va apagando, a medida que su piel
adquiere una tonalidad amarillenta.
- ¿Y ahora qué, uniojo, no dices nada?- pregunto
con cinismo, esbozando una sonrisa vencedora.
Mi pene ya laxo, débil y colgante, apenas puede articular
palabra. He conseguido dominar a esa gran enemiga, a esa traidora, la erección matutina.
Procedo a realizar otro de los grandes enigmas: la
deposición fecal matinal. Cago sangre.
Mañana tendré que hablar con mi esfínter.