miércoles, 22 de enero de 2014

LA REBELIÓN DE LOS CARNICEROS

Año 2.575.
Con  la mirada perdida hacia la ambarina laguna, que esta mañana centellea con una espectral luminiscencia expedida por un sol perversamente garfioso, reposo tras toda la noche de ímproba huída a través del desangelado páramo de nogales convertidos en leña.
Quietud. Calma. No percibo señal alguna de persecución, ningún zarandeo de pisadas, ninguna voz. Tras tres días desde el hurto de la tajada de carne, he logrado despistarlos.
Con trémulo pulso, vigilando el macuto dónde escondo la carnadura sustraída, empuño mi punzante daga y con precisión parkinsoniana la inyecto en mi velludo ano. Con radiales y desgarradores movimientos consigo extraer el chip de localización que aquellos cabrones me engarzaron por vía rectal.
El inhóspito paisaje,  henchido de solfataras y pozas de lodos hirvientes, cuyas protuberancias bulbosas, lóbregas al pie, se aureolan en cumbres nevadas con un vago fulgor de penumbra, alcanza un grado tan aterrador como bucólico.
Jodida máquina del tiempo.
La humanidad ha degenerado en el caos, a pesar del pétreo progreso tecnológico. La estructura de la sociedad es semejante al feudalismo. Excluyendo a patricios, milicianos y presbíteros, la penuria es extrema. Es el cesarismo de los carniceros, la dictadura de los charcuteros, la tropelía de los matarifes, desolladores que han tomado el control absoluto en una vesania de horror.
Una sañuda pandemia de gonorrea prácticamente ha aniquilado la humanidad. Los supervivientes somos perseguidos despiadadamente por los profesionales en la cisura de carne.
Sólo subsistimos unos pocos, los elegidos tal vez. Subsistimos usurpando de los desolladeros solomillos y filetes, los bienes más preciados, escasos y cotizados, empleados como unidades monetarias.
Las mujeres son velludas, vigorosas y tienen nuez. Los machos menstruamos. No existe contacto coital entre varones y hembras. Sólo feroz contienda por apoderarse de una triza de carne.
Estoy  exánime, pero debo proseguir.
Reemprendo la marcha con el birrete de esparto enfundado en la sien, el zurrón centinela del entrecot  y los tropiezos de la premura rasguñándome las rodillas.
El galope de unos unicornios indómitos colma de polvo el aire con estrépito semejante al que hace una botella cuando se descorcha.
Camino dirección a la colina que custodia el océano, mi única vía de escape, mi última opción para sobrevivir.
Impulsado por un miedo cegado, irracional, que me obliga a vigilar por encima del hombro cada pocos pasos, confío en llegar al mar antes del crepúsculo.
Las nubes que comenzaron a estilizarse ofreciendo perfiles fálicos, vuelven a aborregarse.
Nadie me sigue en apariencia, sin embargo, de una manera instintiva, más allá de cualquier raciocinio, percibo la presencia de mi perseguidor, husmeando mi rastro, acosándome sin tregua, codicioso por recuperar la carne usurpada, ávido por descuartizarme.
Piso por fin piso senda trazada por la mano del hombre. El hedor aquí es nauseabundo. Las moscas acuden en turba devorando los trozos de carne desgarrada de los cadáveres colgados en los árboles. Las macabras cabezas de los desahuciados que se arquean implorantes hacia el cielo, son engullidas por bermejos parásitos famélicos de carroña.
El suelo está teñido de rojo y las ciénagas de sangre se convierten en arroyos que, movidos por el declive de la pendiente, manan hacia la laguna.
Los carniceros lo arrasaron todo a su paso y ningún humano pudo escapar de sus diabólicas garras.
Me detengo a orinar, dejando mi diminuto pene al aire libre.
Craso error, descuido de principiante. El hedor a churrasco de mi falo alerta a los carniceros de mi presencia.
La tierra se resquebraja, detonando en medio de la combustión del purgatorio, liberando gases herrumbres. Los chuchillos chirrían como un fúnebre coro de voces guturales devorador de cuantos seres encuentra a su paso.
Cientos de grotescos charcuteros emergen del atezado y tenebroso lodo terrestre, y ascienden como leviatanes alados rodeados por una tétrica nube crepuscular. Los cuerpos talludos y desproporcionados de los matarifes, recortan el cielo con siniestra amenaza, arremolinándose en una horda sedienta de sangre, rodeándome como a una presa cercada.
Un fibroso carnicero avanza hacia mí, agitando su cuchillo en un siniestro frenesí.
Advierto en sus ojos el odio, la rabia, la venganza. Anhela rescatar la rebanada de ternera.
Empuña el machete con perversa sonrisa. Con paso firme se dirige hacia mí.
Es la lóbrega imagen del juicio final. Qué discutible honor el mío. Asistir al colofón de la humanidad.
Tomo el trozo de carne para morir como un héroe, adalid de la causa…
-¡ Libertad !-.




79 comentarios :

  1. jajajajajajaja menuda imaginación tiene usted.

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  2. Genial, lo mejor que me podía pasar para empezar el día. Ya tengo una sonrisilla en la boca pa todo el día. Estoy por imprimirlo y llevármelo en el bolsillo para releerlo, prometido :D

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    1. Lo imprime y lo lee en el metro, haciendo partícipes de su lectura a cuanto individuos tenga al lado,,,

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    2. Así lo he hecho.
      Escribo este comment desde la comisaría.
      Conoce algún letrado?¿

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  3. Estás enfermo, tío

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  4. Jamás volveré a ver al charcutero del Carrefour con los mismos ojos.

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  5. Hostias. Que mente más depravada tiene usté.

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    1. Lo sé,,,
      Y que sepa que me estoy tocando mientras contesto su comentario,,,

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  6. Mártir de la causa.¿¿Llegó a eyacular??

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  7. El carnicero del inicio del postio, acojona.
    Lástima que usted sobreviviera para contarlo.
    Gilipollas.

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  8. JAJAHA
    Si que eres capullo, si

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  9. Su mente sucia degenera por momentos.

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  10. Si su relato es cierto, yo siempre seré un fugitivo.

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    1. ¡ Unámonos a la causa !
      ¡ Violemos a solomillos e entrecots !

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  11. Me acojona más las orejas del carnicero que su empinado puñal.

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  12. A mi también me ha entrado hambre.

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  13. He llegado aquí vía twitter. Me instalo y me pongo babero.
    Genial @srcapullo.

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    1. Se arrepentirá, se lo advierto,,,
      En cualquier caso, bienvenido es.

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  14. Similar historia podría contar yo con los fruteros.
    Concretamente sobre los melones.

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    1. Fascinante,,,
      Dicen que sus pepitas hacen llegar a uno al éxtasis,,,

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  15. ¡ Qué idea me acaba de dar!.
    En serio. Muchas gracias.

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  16. Estimado Amigo Prepuzio: Aun en su paso a la imaginativa Sci-fi, variedad futuros distópicos, no se aleja usted mucho de la cruda realidad actual. No quiero saber lo que los carniceros del futuro le harán al pobre Mad Max... Abrazos ;)

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    1. Mi buen amigo Chuan Che Tzú,,,
      No había reparado en ello,,,
      Deberíamos constituir una expedición para rescatarle,,,

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    2. Amigo Prepuzio: Por desgracia tengo el Delorean en el taller, con el condensador de fluzo averiado... ¿Dispone usted de un Giratiempos o cualquier otro adminículo para el viaje?

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    3. Algo idearemos, mi buen amigo,,,
      Siempre nos queda el IKEA.

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  17. Observo con que no utilizó chubasquero.
    La encefalopatía espongiforme bovina no está erradicada...
    Haga testamento.

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  18. A la mierda el tuppersex!!¡¡
    Me bajo ahora mismito a la carnicieria de mi calle.

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  19. Bizarrismo en estado puro

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  20. Llorando kon la risa.Kojonuda web

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  21. jejejejejejeje con el nuevo año su talante no cambia! ;)

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  22. Le quiero en el sentido heterosexual del termino.

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  23. No se preocupe Tasio, estoy camuflado desde mi balcón con un rifle de francotirador esperando el cierre de la carnicería del Eroski.

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    1. Muchas gracias Don Juan José,,,
      Precisamos nutrir la resistencia de valerosos camaradas como usted,,,

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  24. Madre mia, yo no meteria el churro ahi dentro ni aunque me pagasen.

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  25. ojo que en algunas ciudades los pastores de ovejas empezaron a tomar el control.

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